Decir Paris acaricia el alma… Paris y Judo, doblemente.
La cita ofrece una perspectiva mucho mayor de la esperada en otras competiciones, como una oportunidad extraordinaria de vivir el judo en un escenario que camina entre lo deportivo y lo cultural. El tradicional “Villa de Paris”, no defrauda. Están los mejores competidores al cántico de 154.000 euros.
Los competidores y árbitros pueden ser los mismos que en otras citas, pero la espectacularidad no es igual. Alguien dijo “ganar en Paris bien vale como un campeonato del mundo”… unas veces será, y otras no. Lo que es indiscutible es que su prestigio perdura a pesar de toda la diversidad de eventos deportivos.
Francia ha sido el segundo gran referente del judo a la sombra de Japón, luciendo honores con la vanidad de un Napoleón después de las batallas. Podemos decir, con razón, sus licencias deportivas sobrepasan el número de participantes de algunos continentes.
Paris es un baile. Fue la primera cita que acercaba al mundo lo extraordinario del judo. Allí pasean los más fanáticos del judo mundial que no pueden borrar de su agenda este momento. Atrae a nostálgicos, estrenados, versados y aprendices. ¡Cuántos espectadores entregados! Cualquier edad es buena para gozar de esta cita. Si bien, el regocijo aumenta si cargas con más experiencia en el arte eficiente de la energía.
No cabe ninguna duda que el “Grand Slam de Paris” luce el judo de una manera poco corriente, la organización lo hace especial, consiguiendo la peregrinación de aquellos románticos que siguen conservando el recuerdo técnico de otra edición. Además, en los pasillos del pabellón, puedes encontrar la flor y nata de la historia de este arte paseando en busca de un café.
En París, el público es protagonista. Los espectadores desde las gradas siguen con la mirada los combates y capean el enorme deseo de acariciar el tapiz, contienen la respiración, levantan la cabeza, se alzan sobre las puntillas, arquean el cuerpo, sienten dentro la intranquilidad del competidor y estallan con aplausos cuando brilla el dominio de la destreza ante la fuerza.
En Bercy, el “ippon” tiene sonido, al compás del gentío emocionado resoplando el instante pleno, con banderas y trompetas, que intensifican las vibraciones internas. Los seguidores resoplan por la apetencia de ver ese añorado “ippon” que marca el camino de cada entrenamiento.
Espero volver, para seguir disfrutando de aquel bonito espectáculo, dónde reviven palpitaciones de aquellos momentos tensos como protagonista y que hoy se convierten en un placer cándido del judo y su entorno. Ante el deleite de la fluidez del “ippon” de Clarisse Agbegnenou, la puesta en escena de Teddy Riner que por un momento cambia al héroe del balón por el del pijama blanco. Y, por supuesto, la armonía de la Kata del maestro Sameshima .
De todos los momentos que ofrece este espectáculo, ninguno como disfrutar de la compañía de mi amiga, convencida que una competición compartida entre el pasado y el presente, sabe mejor.
Gracias Bea, gracias #judoparis2019 nos vemos. 👋 🌺🌸🥋
Texto: ©️Almudena López
Blog: judobywoman.com