EL MAESTRO LEE

– ¡Estoy feliz de compartir este momento con vosotros!

Así es como el Maestro Young Lee empezó la clase que reunió a un grupo de cuarenta judokas de grados avanzados, seducidos por recoger algo de judo en esta mañana de viernes en Madrid.

Para algunos, sus lecciones son un delicioso bocado para disfrutar; para otros, una melodía nostálgica de aquello que nos acompaña desde los primeros aprendizajes.

La primera vez que conocí la técnica del Maestro Lee fue a través de mi maestro Rafael Rojo. Él se emocionaba explicando cada detalle de la manera de entonar el arte de su admirado maestro, y así consiguió transmitir el impulso de aquel excelente judo de llegado desde el lejano oriente, aunque años posteriores, tuve la fortuna de recibirlo de primera mano . No tengo palabras para agradecer la autenticidad que ellos me transmitieron y que aún abriga mis avances.

Volvamos a la lección de hoy.

El maestro se presentó diciendo: «Gracias por pensar en mí… aunque ¡qué difícil enseñar algo de judo a tantos expertos! Me siento honrado de que aún penséis en mí para enseñar algo de lo que es y ha sido mi vida».

Su técnica siempre fue compleja de ejecutar; en sus demostraciones siempre había una armonía del movimiento que pocos han logrado reproducir. Pero su exposición la empezó como lo hacen los más grandes profesores; por lo más sencillo, en nuestro caso, andar y agarrar.

Siguió con su referencia al «barai» llena de simples argumentos (1-2-3) y metáforas de cómo guiar el movimiento de las manos («lanzando agua»). Y es que el maestro siempre confió en que todos podíamos recoger las buenas siembras, aunque la realidad nos dice que no siempre fue así.

«Quitar y barrer». El pie no tiene solo que quitarse, sino que tiene que colocarse donde tiene que estar. «¡Quitas y empujas!» Principio de defensa: hay que fluir con todo. Es curioso como sus «Noooo, así no» junto a sus onomatopeyas consiguen transmitir lo que las explicaciones complejas no alcanzan a expresar.

“Un profesor debe predicar con el ejemplo” así el maestro nos recordaba que hace 50 años, se decía: el «judo Lee» es muy económico. Y es que sólo los excelentes logran marcar el paso e instruir que todo es más simple, de lo que se aspira.

También nos señaló: «Nosotros no sabemos de todo. Debemos mantener viva la esencia de aquel judo de hace 120 años, y ponerlo en el suelo actual”. Mi querido maestro es ejemplo de sabiduría, ya que se ha ido transformando en una mejor versión con el paso de los años; adaptando, abrazando, conformando, uniendo, ajustando, cambiando… conservando la fórmula original para seguir creciendo.

Esta mañana su exposición me recordó lo cerca que están sus enseñanzas y lo lejos que suenan. Quizá sea el momento de comprender que necesitamos distinguir lo bueno para no caer en lo mediocre.

Y, en esa alegría de reunir maestros para aprender mejor, me llega la necesidad de destacar lo lejos que estamos de su hacer y lo cerca de su grado.

Yo a mi maestro Lee le otorgo el máximo galardón, por todo aquello que me dio, y que tan vivo sigue en mi interior. Para mí, es un diez, y pido ese grado, por ser un ejemplo de superación de obstáculos y entrega constante, acercando nuestro particular desarrollo español al judo original.

Estamos en el momento de hacer judo, MÁS JUDO y MÁS CEDER, para merecer.

 ✍🏻📸®️Almudena López

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