Me encuentro en Nippon Budokan, primer pabellón que expuso el judo como deporte olímpico, en el año 1964. En ese estreno, el país fundador perdió el cetro. A Japón le supuso una gran derrota, sin embargo, en mi humilde opinión, la victoria de Anton Geesink fue la manera de compartir el judo, dejando de ser patrimonio nipón y convirtiéndose en una actividad para todo el mundo.
Cuando amplias la perspectiva histórica del judo, se observa un cambio, desde aquello que “érase una vez” a la realidad más cercana. Déjenme que antes de contar algo sobre el campeonato, empiece a desenredar el enredo de la competición.
Mal entendido el judo, puede situarse en direcciones opuestas cuando cumple al pie de la letra su aplicación. Quiero decir, judo es todo, el formativo, el entretenido, el saludable, el competitivo, pero algunas prácticas son contrarias. El judo actualmente es popular como deporte olímpico, pero continuamente lo explican los especialistas como “una forma de vida”, sin saber muy bien el porqué, tan sólo porque es una pasión sentida dentro de uno mismo. En realidad, la causa de esta expresión viene proyectada por el enfoque holístico que le otorgó el maestro Jigoro Kano en arás de enriquecer a la persona de forma global. Y esto, también, coincide con el ideario olímpico del barón Pierre de Coubertin.
En el judo original no se entiende el shiai o enfrentamiento como el objetivo principal, únicamente como una actividad más para el desarrollo físico y mental. Sin embargo, el maestro Jigoro Kano percibió que la participación olímpica ofrecía grandes posibilidades para el crecimiento, y una oportunidad de acercamiento entre culturas de todo el mundo. Motivo que le llevó a ser el propulsor del movimiento olímpico del judo.
Aunque, este nuevo objetivo competitivo, según los especialistas más puristas, cambia la trayectoria del modelo original, convirtiéndolo en una práctica centrada en el deseo de victoria, y ese proceder podría enturbiar la esencia original del judo.
Y así fue, la incorporación olímpica cambió la percepción, a causa de los intereses reinantes en las naciones, que eliminaron, poco a poco, la parte del enfrentamiento recreativo, pasatiempo o esfuerzo físico, por una carrera hacia el triunfo a cualquier precio. Por eso, no ha sido el judo, ni el movimiento olímpico, el que enturbia las bases, sino que somos las personas.
El deporte en general se ha desorientado, fruto de una sociedad que mira sólo por intereses económicos. Eso explica, que el deporte olímpico no es contrario a los valores del judo, o viceversa, la causa la percibo en la forma de mirar hacía la gloria y lo que generan alrededor estas victorias.
En este sentido, me atrevo a decir que debieramos entender, y enseñar, el judo acorde a los objetivos de cada practicante, es decir, podemos orientar desde distintas bases, pero debe perdurar el mismo fondo.
Sobre todo, pongamos cada uno nuestro granito de arena para que esto no vaya a más. Amo el judo olimpico y todo lo que se sueña dentro de cada competidor.
Fascinante la competición de ayer.❤️🥋
Texto y Foto: Almudena López.
Desde el Campeonato del Mundo de Judo 2019.
Información rcogida de la tesis doctoral “El tratamiento del judo femenino en la prensa española ( 1972-2012)”. Almudena López.
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