Mi homenaje al Profesor de Judo NAOKI MURATA Científico en el Instituto Kodokan., que falleció el dia 13 de Abril del 2020.
Curator & Professor. Kodokan Museum.
8TH DAN
UN TÉ, UNA PREGUNTA Y DIEZ MINUTOS
(Experiencia real)
Murata sensei, era uno de los maestros que he leído y reflexionado en mi investigación, así que, una de las primeras cosas que hice cuando llegué a Kodokan fue presentarme y pedirle permiso para poder pasar algunos días estudiando en la biblioteca del Museo del Instituto Kodokan.
Su respuesta fue concisa “Pase y pida lo que necesite a los oficiales. No tengo tiempo para atenderla. Tengo mucho trabajo”. Y así hice, una investigadora es feliz en una biblioteca, por ser un lugar para desafiar los límites personales del conocimiento.
Murata sensei era la ACTUAL VOZ CIENTÍFICA DEL JUDO KODOKAN. Estudió las distintas perspectivas del judo, entendió el desarrollo del judo en occidente, y explicó su esencia allí donde se le reclamó. Se presentaba con pruebas, mostraba y justificaba de manera indiscutible el origen y desarrollo del judo Kodokan. Con un cuidado exquisito trabajó y elaboró para adaptar la tradición del judo original con las nuevas tendencias de pensamiento. Cada día ordenaba el conocimiento, y no daba una puntada sin hilo. Como científico sabía que necesitaba datos para resolver conflictos.
A pesar del impedimento inicial, mi objetivo era hablar con él, y por norma no me doy nunca por vencida. Asi que me costó pero, finalmente conseguí una entrevista gracias a una petición formal, aunque «sólo diez minutos” a las 16:05 del martes. Estaba feliz, pero… diez minutos. Eso en periodismo se resume como: “dos preguntas”, sólo dos serían las designadas entre ese chorro de consultas que revoloteaban en mi cabeza. Pasé toda la noche pensando en las preguntas, cambié de opinión mil veces, y reconozco que al final…me dejé llevar.
A las 16.04 estaba en la puerta de su despacho. Me esperaba. Entré. Nos inclinamos ambos saludándonos con la reverencia protocolaria. Mi corazón latía salvajemente como en una competición, pero eso no me impidió mirar con apetito su desorden “ordenado» de libros, como buen investigador de pico y pala.
El temor latente del momento no impidió que me brotará un deseo inmenso de ojear esos libros y apuntes acumulados en su oficina de trabajo, a la vez que aceptaba la infinita imposibilidad de conseguirlo.
– ¿quiere un té japonés?
– Si,muchas gracias, le dije, para dejar que el profesor marcara el ritmo.
Demoró cuatro minutos de reloj en ponerme aquel té. Eso me dió para comprender que disminuía mi tiempo, y con eso las posibilidades de prengunta, me dió para aceptar que sólo sería una pregunta. De las dos, elegí la que más curiosidad me producía. Entonces, el profesor explico su invitación.
– Le estoy ofreciendo un té selecto, no es cualquier té. Este té es… ¡El segundo mejor de las montañas de Kioto!
– Ohhh. Un placer, muchas gracias. Le dije en tono cuidadoso.
Y seguidamente aclaró.
– Le voy a decir cómo debe tomar este té especial. Primero póngaselo en la boca, saboree y, de ninguna manera se le ocurra tomarlo de seguido. Este té es como el buen judo debe disfrutarlo poco a poco.
Así hice. Con la fiereza del primer sorbo de té dejé que se fuera mi tensión. Y entonces llegó el momento, se sentó al otro lado de la mesa, y con un inglés esmerado me dijo:
– Bueno… qué quiere saber.
Respiré profundamente, empezó a rondar mi pensamiento sobre las mil y una dudas latentes, pero volvió la realidad de mis diez minutos, que después del té, se quedaron en seis. No saque ni la libreta, elegí y pregunté:
– ¿Por qué las instituciones japonesas eligieron a Keiko Fukuda y a Masako Moritori para realizar la exhibición especial el Juno Kata en los juegos de Tokio 1964?
Apuntó su mirada a mis ojos, subió el tono y con un buen inglés me dijo:
– ¿Usted ha venido desde tan lejos para hacerme esta pregunta?
Tenía dos opciones, llorar o luchar. Elegí ratificar.
– Pues sí, es algo que no he conseguido leer en la literatura del judo.
Aquello fue un tanteo. Pasado el bache, se comportó con una enorme amabilidad y me regaló muchas más explicaciones alargando el tiempo pactado. Pude tapizar mis dudas mientras disfrutaba del conocimiento como una niña preguntona. El maestro Murata comprendió que mi búsqueda tenía fuerza, y con gusto me ilustró las incertidumbres que le presenté y me hizo sentir que empatizaba con mi estudio del judo.
Desde aquella entrevista “extendida” ya siempre me atendió galantemente y contesto mis correos. Volví a visitarle el año pasado en el viaje al mundial del 2019 y hoy, siento que no pueda hacerlo más. Tengo tristeza por su pérdida, no sólo por la pérdida de una buena persona, sino por el VACÍO QUE DEJA UN INVESTIGADOR, como fuente de discernimiento imprescindible. Espero que se valore su trabajo y continúe su labor realizada con pulcritud y esmero. En mi opinión, el estudio y la investigación es un acto tan necesario como la práctica para la correcta marcha del corazón del judo.
Profesor Naoki Murata, seguiré razonando su trabajo y nunca olvidaré la sensación de ese té japonés disuelto en judo.
Descanse en paz. Un abrazo a la familia Kodokan.
Texto y fotos: Almudena López
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