¿Porqué JAZZ y no JUDO?

Los aparentes intelectuales defienden el flujo de la grafía YUDO pero se declaran amantes del Jazz.

Se opta por un torrente adecuado de letra “Y” para escribir Judo, cambio que no añade distinción, ni otorga notoriedad, ni genera nada de intelectualidad académica. Judo espontáneamente fundió su fonética en /yudo/ desde que se estrenó el método japonés en España.

La excelentísima Real Academia Española preconiza la representación “Yudo” en su buen hacer de unir escritura y pronunciación, cumpliendo su función de ajustar grafía y fonética, con la  /j/ articula la lengua  de velo sordo, mientras /y/ es palatal sonora. Ambas fricativas con los mismos derechos, pero distintos sonidos. Sin embargo, el giro de una a favor de la otra enturbia el concepto y la semántica de este deporte.

Desde la oficial promulgación académica, ni la prensa, ni los profanos, han sabido manejar la escritura de este arte marcial. Se ha preferido respetar, sin ninguna duda, la locución descartando el conocimiento de su epistemología. Se ignora que la palabra reporta un calco semántico de origen con su significado a cuestas: “ju”–flexibilidad, no resistencia- y “do”- camino, principio- como base dónde se posa el método.

Se cuestiona el desatino… ¿por qué JAZZ y no JUDO? será que la música amansa a las fieras y el deporte las enfurece sin una adecuada escritura. O diríamos, que es más noble respetar la Música que el Deporte, la calma al ejercicio. Tranquilicemos la pugna en “men sana in corpore sano”.

La Y no tiene motivos presentes en el judo, ni tiene pasado. Tampoco el tiempo ofrece razón por permanencia. Judo nace con el método en el año 1882, mientras las consideraciones musicales conexas al Jazz, anteriores al año 1917, únicamente son materia de especulación. Entonces, preexiste más tiempo de germinación de judo y menos de jazz. “El chivato paga plato” pero “quién le pone el cascabel al gato”. La comparación es evidente, entonces… será un descuido o un desacierto.

El préstamo fonético /yudo/, realizado a Judo ha reunido un periodo considerable de aclimatación, por lo que ese cambio complica el término. Su uso continuado y extendido, ha permitido una enorme dependencia de esta relación discordante, a pesar de quebrantar las normas oficiales de la Lengua Española.

¿Por qué JAZZ y no JUDO? Confieso mi inclinación a este género musical, que trasmite lo que las palabras no saben trasmitir, llenan el alma y pasean emociones al son de unas notas que se derriten en un aire afroamericano. Jazz acepta desacordes sin propuestas estabilizadoras de su concepto, pero la «real» RAE pelea con JUDO, y desequilibra con bienquistas razones su lingüística. Su bien posicionada “J” vigésima letra del alfabeto español y con plaza académica del escritor Alvaro Pombo, mientras la “Y” desolada nunca tuvo sillón ilustrado y resiste en las últimas posiciones del alfabeto.

YUDO a favor de JUDO confunde este arte, garantiza la lingüística común pero ensombrece la denominación de origen. La norma aísla la titularidad mundial codificada con querencia que baila entre lo tradicional y la ciencia en acertada sintonía. Porque, al igual que la música al judo le gusta trasmitir lo que otros no saben.

El Diccionario Español sentencia lo correcto con un aroma superficial del lenguaje, que en este caso enreda por la carencia de erudición sobre el método deportivo. El uso de YUDO es adecuado, y el uso de JUDO es público en todas las fuentes de comunicación y deporte, incluso en el Boletín Oficial del Estado. Los órganosos oficiales se saltan la regla con sapiencia y aplican la palabra como se merece, sin desprenderse del fondo, ni de la forma, manteniendo una disonancia conciliada por el uso abundante, asentado y comprensible.

Yo misma, el día que presentaba mi propuesta de investigación no conseguía decidirme si colocar lo académicamente correcto, o simplemente “lo correcto”.

La primera vez que aparece información sobre este deporte es en el año 1954, en el diario ABC, y desde ese momento los periódicos abundantemente lo publican con “J”. sin embargo, las correcciones académicas han producido un vaivén en bastantes artículos periodísticos. Usan vocablos divergentes en la misma noticia, y simultanean las grafías “yudo” con “judo” .

La investigación apoyada sobre un profundo análisis establece que: JUDO se considera un préstamo léxico incorporado al leguaje español, cuando se estrena este método deportivo en nuestro país. Desde ese momento, se integra la morfología y significado de la palabra, de origen japonés, a un uso sistemático común en todas las fuentes de información. Esta adopción ha conseguido una adaptación entre la pronunciación original y su representación ortográfica. El hecho de conservar enteramente su sonido y su escritura es un “xenismo”, que refleja no sólo el término, sino la realidad de su génesis representada en la semántica, debiendo ser respetado por un continuado uso, que persiste a lo largo de los años.

La Real Academia de la Lengua que disfruta de una función de “amparo y protección de la Lengua Española”, en este caso, acierta si elimina el combate, entre la J y la Y, porque, en esta pugna su decisión reglamentaria no le honra, empero incita al Judo a la lucha con la Lingüística.

Dejemos el Judo en paz y compartan la sintonía del Jazz.

Texto y foto.
Almudena López

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