El valor de las medallas tiene precio, pero los valores del deporte son gratis. Después de la triste noticia de que el EQUIPO RUSO no intervendrá en los Juegos Olímpicos 2020, se cruzan pensamientos, y se caen los símbolos deportivos que mentalmente establece una relación de correspondencia, entre lo que evoca el deporte, y lo que realmente es.
El concepto simbólico del deporte está directamente relacionado con algo que debería de ser, pero que se está perdiendo. El deporte debiera ser más de lo que muestra, aunque, indefectiblemente, ocurre lo contrario.
Distingamos, podría decirse que existe un “introdeporte” y un “supradeporte” (términos que me acabo de inventar para explicar lo que quiero decir). El “introdeporte” asignado a los valores personales que ofrecen la práctica, y el “supradeporte” cargaría con aquello que beneficia al entorno.
El CASO RUSO desmantela uno de los múltiples entramados que realizan los Estados por parecer más de lo que son, a costa de la inocente ambición del atleta que en su “quiero y no puedo” que lo hace capaz de todo. El deseo de gloria es sano, si camina sobre el propósito del “reto», o puede convertirse en una ráfaga enfermiza, si se difumina con la celeridad del acto. Los éxitos son un propósito de mejora personal que convendría acompañar con los buenos valores humanos, para alcanzar un fin completo.
Antes, se veía la actividad física como una gran cosa con ojos de mejora absoluta, hoy en día, se centrado en un objetivo productivo con fines económicos, como un espectáculo que ronda la tendencia social de monetizar todas las acciones. La carrera olímpica de los estados y su puesta en escena, importa más, que la propia valía deportiva.Por ese lado, se cuece, el negocio deportivo, a costa del expectáculo de “ver practicar a otros”, saciando la apetencia de admirar a los talentosos que consiguen deleitar con su juego. Este hecho indica afición deportiva, con un desbordamiento de deseo ávido para cantar la victoria de sus admiradas estrellas deportivas, pero en reposo absoluto sin desarrollo físico.
Vuelvo y me repito, el entretenimiento y las buenas acciones para lucir con vanidad, deporta al deporte. Sin embargo, deporte es algo más, ES LA DIVERSIÓN LÚDICA QUE RESUCITA LAS PRIMERAS PASIONES INFANTILES, ES UN ENTRETENIMIENTO QUE ALEJA LA COTIDIANIDAD ABSORBENTE, ES UN RETO QUE RESUENA SOBRE LO QUE SOMOS CAPACES DE HACER, ES UNA EDUCACIÓN FÍSICA SALUDABLE QUE PRODUCE BIENESTAR, ES LA EMOCIÓN QUE FESTEJA LA VIVACIDAD DEL SER… por esto, la actividad deportiva es una necesidad vital, un tesoro que debiera de ser cuidado para el desarrollo de uno mismo, revertido solidariamente.
La noticia sobre el doping es un aviso urgente que expone por dónde va el deporte. Y, me pregunto… ¿CÓMO PAUSAR LA INERCIA DEPORTIVA PARA LOGRAR RECONDUCIR SU ESENCIA?
No podemos cambiar la alma egocéntrica de las Naciones, pero PODEMOS CAMBIAR NUESTRO ENTORNO. Cómo meta principal, los entrenadores-maestros infantiles debieran centrar esta desviación deportiva del valor deportivo útil y enfatizar en verdaderas las razones atléticas, para sembrar deportividad.
Todos los demás, quizá, aprovechando descansadamente la acción bienhechora de la actividad con el cariño que acrecienta el desarrollo global y poniendo acción hacia un desarrollo ético, y atlético, de uno mismo y su alrededor.
TEXTO: Almudena López.
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