CARMEN SOLANA

Carmen Solana
Es la judoka española que nada a contracorriente. Se ha empeñado en que nadie empañe su trayectoria personal, y por eso sigue aclamando a los cuatro vientos que “ama el judo y todo lo que hace”. Ella es íntegra, solidaria y firme. La mantiene el aire del norte, aunque su corazón y su judo siempre ha latido a ritmo japonés.
 
Es la antepenúltima hija de once hermanas y un hermano, por lo que no tiene que declararse feminista, lo lleva dentro. Ha visto a su madre como el pilar de la familia y cómo llevó su lucha para que sus hijos hicieran aquello que guiaba sus propios sentimientos.
 
Aprendió de maestros, que indicaban su elegancia técnica porque hacía “judo de chicos”, pero lo que ella no sabe es que el judo que enseña, para sus alumnas, no lleva género sino corazón.
 
Empezó a practicar judo como la mejor opción para que se volviera una niña buena, y desde ese momento quiso ser la mejor. Entrenó y compitió, fue suprema con su bonito UCHI-MATA, para lograrlo se desplazaba en tren, una hora y media de ida, y lo mismo de vuelta, en busca de superar su calidad.
 
Su gran pasión es, y sigue siento, el judo y me atrevo a decir que siempre lo será. Ella no entiende el espíritu de sacrificio porque lo único que hace es luchar cada día por sus sueños, y disfrutar cada instante que le brinda este deporte de quimono y tatami.
 
Aprendió a obedecer a costa de recibir ese tremendo castigo de la sanción y censura, cuando los mandamases eran aquellos que vestidos de judokas, no dejaban decir, libremente, que la gestión del momento no cuidaba a los deportistas.
 
Carmen es un alma libre y lleva luchando por ello desde aquel día que le arrebataron el derecho a competir por dar su opinión en un medio de comunicación. Ella es una más, de tantas mujeres que no pudieron ser, ni siquiera decir, en aquellos tiempos que se ignoraba la voz femenina. Ahora no hay culpables de aquello, pero muchos ilustres callaron y asintieron.
 
Es un ejemplo, porque nada ni nadie la hizo cambiar de opinión… ni de pasión, y ahora marcha erguida, “sin dejarse pisar por el tiempo, ni por las personas” así lo señala ella.
CARMEN en competición realizando Juji Gatame.
Para las mujeres del judo, Carmen es luz que imprime movimiento femenino, en un deporte con tantas etiquetas masculinas. Es un alma flexible que se articula para conseguir objetivos y deseos. Adaptada al medio digital se expone y regala su técnica, en busca de aquel espacio y tiempo perdidos. Eligió perdonar a aquellos que le arrebataron su mejor etapa competitiva simplemente por ser, como quiso ser.
 
Hoy es profeta fuera de su tierra, aunque no haya necesidad de cumplir el refrán, pero se juntan demasiadas casualidades para un ecosistema aferrado al pasado para no perder posiciones. Su valor le sitúa en un lugar que algunos no comprenden, donde la fuerza la encuentran aquellos que no necesitan a nadie para ser grandes. Así eres tú Carmen.
 
¡GRACIAS, Carmen!!!! no dejes de cumplir años al compás del judo, porque tu trabajo es, y será siempre, un referente para todos.
 
¡Te queremos amiga!!!

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